lunes, 26 de mayo de 2008

Notas de "Los Mares del Sur", de Césare Pavese

En “Los mares del sur”, de Césare Pavese, se narra la historia del que se va y de lo que eso suscita en los que se quedan desde el punto de vista de uno de estos últimos. Un primo que parte a otras tierras en busca de aventuras, despreocupado y quizás hasta inconciente de que los que lo vieron partir están tan pendientes de su situación que hasta necesitan sacar conclusiones apresuradas para no tener que lidiar con la desesperación de la incertidumbre. Esa incertidumbre de no saber del paradero de aquel despreocupado viajero. Algunos deducen que murió, otros que sino ha perecido, lo hará pronto. Porque quizás es mas sencillo inventarle un final a una historia que nos descoloca que reconocer el hecho de que no tenemos certezas. Cuántas veces necesitamos completar alguna situación de nuestra vida para no aceptar que nunca sabremos todo. Para no desesperarnos por tener que mirar el mismo cristal desde cientos de ángulos distintos. Para no derrumbar el castillo de arena que tanto nos constó construir. Seguramente mucho tienen de reales las cosas que suceden a nuestro alrededor, pero hay mucho lugar también para la imaginación. A veces porque nos cuesta ver la verdad, o porque no estamos acostumbrados a saberla, y nos conformamos con ver las sombras de lo que es, como bien pensó Platón alguna vez. Así también aquellos son los que, por desinformación, desconocimiento, conjeturan posibles futuros para alguien que se desprende de su pasado y que ya no comparte con ellos su presente. Pero también creo que hay uno, por lo menos, que recibe al viajero con ansias de conocer las aventuras que éste atravesó, los sitios que transitó, las sensaciones que afloraron. Creo que siempre hay al menos uno que se arriesga al dolor de lo desconocido, de lo que no sabe, para descubrir que vale la pena esperar cuando se tiene una razón.

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