Como un grito profundo que se ahoga, que no llega a recorrer todo el trayecto desde el alma;
como una fuerza rebelde, salvaje, que se asoma por la garganta pero muere antes de escurrirse por la boca,
porque decirlo dolería demasiado, porque el pensamiento se puede esconder mucho más cuando no se convirtió en palabra, cuando aún no se escapa.